
Estoy muy contento de compartir en este espacio pequeñas píldoras de motivación y reflexiones que surgen mientras busco inspiración. Considero que estas ideas son tan importantes como la práctica física, porque nuestros pensamientos son las guías que nos impulsan a movernos.
Si eres nuevo o nueva en la práctica del movimiento, no quiero enredarme demasiado en explicaciones que quizás ya conozcas. La práctica del movimiento es un mundo amplio, pero algo fundamental que he aprendido es que especializarnos en controlar nuestros movimientos a pequeña escala puede mejorar notablemente nuestras habilidades más específicas.
Déjame darte un ejemplo: si tu actividad principal es el tenis, sal un momento de tu rutina habitual y analiza qué movimientos están involucrados, desde los más pequeños hasta los más complejos. Luego, enfócate en mejorar la calidad de esos movimientos. Este enfoque no solo te hará más eficiente, sino que también abrirá nuevas posibilidades para optimizar tu desempeño.
En mi caso, he dedicado toda una vida a la danza y la acrobacia. Y déjame decirte que el verdadero progreso en mi rendimiento no vino de esforzarme sin parar, sino de alcanzar ese estado conocido como flow. Quizás profundice en este tema en otra reflexión, pero hoy quiero hablarte de algo diferente: “Aceptar la derrota para ganar”.
Es esencial mantener la mente en calma, evitando distracciones y estando completamente presente en la práctica. Pero entiende esto: no necesitas ser “el ganador” de nada. Buscar el movimiento perfecto, forzar un giro más o hacer una repetición extra sin consciencia de tus límites, puede volverse tu peor enemigo. Puede alimentar tu ego o, peor aún, llevarte a una lesión.
En lugar de obsesionarte con la excelencia a corto plazo, enfócate en un trabajo constante y consciente. Disfruta cada segundo de tu práctica. Es mi punto de vista, pero después de 22 años de experiencia, puedo decirte que, inevitablemente, te encontrarás con movimientos que te frustrarán. Y está bien.
Aceptar la derrota no es algo malo. Vivimos en una sociedad que nos empuja hacia la competitividad constante, y aunque se habla de “competencia sana”, no estoy seguro de que eso vaya conmigo. No te negaré que en su momento busqué ser el mejor, pero con el tiempo entendí algo: no hay nada que ganar. No eres mejor ni peor que nadie. Este entendimiento fue como quitarme un peso de encima, un peso que yo mismo había puesto.
Hoy camino este sendero con la intención de responder a cada situación con honestidad. Esa es, para mí, la verdadera esencia de la práctica: investigar en uno mismo para mejorar desde dentro.
Me encantaría leerte en los comentarios, siempre desde el corazón abierto.
Y me despido con esta frase:
“Hoy he aprendido a no enfadarme cuando algo no sale bien, tampoco en mi práctica.”
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